Enciclopedia Universal del Verso- Fascículo 18 - Págs. 137 y 138
Otra de Perrault, en este caso La Bella Durmiente del Bosque, que fue en realidad un cuento, el primero de Cuentos de un tiempo pasado, publicado en Francia en 1697. Al igual que los grandes éxitos de Caperucita, la historia de la Bella formaba parte del acervo europeo. La primera versión conocida data de 1636 en Italia, obra del escritor napolitano Giambattista Basile, en su libro Lo Cunto de li Cunte, en el que diez mujeres cuentan un cuento por día durante cinco días. Una versión mini de Las mil y una noches, donde una sola mujer cuenta un cuento por día. El libro de Basile fue conocido como el Pentamerone, dada su similitud con otro clásico: el Decamerone de Boccaccio. En resumen, Basile era un ladri. En la versión neorrealista italiana la Bella Durmiente se llama Sol, Luna y Talía; allí relata la historia de un Caballero que es advertido por los sabios que Talía, su hija recién nacida, está en peligro de morir envenenada por una astilla de lino. El hombre entonces prohíbe el lino en su palacio, y tira seis ambos Arman de verano a la basura. Pero la profecía se cumple: Talía, en su adolescencia, se pincha un dedo con la astilla de una rueca de lino y muere. Su padre, deprimido, deja el cuerpo de su hija en un trono de terciopelo, cierra su palacio y parte para siempre. Tiempo después, un Rey que cazaba por el bosque descubre el palacio y el cuerpo de la joven, afortunadamente en buen estado de conservación. El Rey, al verla, cree que estaba dormida. La llama insistentemente, incluso le grita, pero ella nada. El Rey empieza a pensar que la chica debe llamarse Caperucita, ya que ésta no escuchaba un pomo las confesiones del lobo. Lo obvio hubiera sido que el Rey la besara para que la chica recuperara la conciencia. Pero Basile va más allá; según su propio texto, el Rey siente su sangre correr ardientemente, lleva a la chica a la cama y la viola. Los italianos son incorregibles. Luego, el Rey se da a la fuga. Nueve meses después (el Rey era conocido como Il Embarazadore di Milano) Talía da a luz a una pareja de mellizos, mientras sigue dormida, por lo que presumimos que el parto fue normal. Como Talía torraba, no se sabe quién bautizó a los niños, aunque sí se conocen sus nombres: el nene se llamó Sol y la nena Luna. Las hadas (que vienen a ser el comodín de los cuentos) colocan a los niños cerca de los pechos de su madre dormida, para que se alimenten. Los niños, por lo visto, tenían un pobre sentido de la ubicación ya que comienzan a chuparle los dedos. Luego de una fuerte succión (al parecer la chica se llamaba Luna Mónica) sacan la astilla del dedo de su madre y ésta despierta, confundida. Si a uno normalmente le cuesta despertarse, imagínese hacerlo luego de algunos años mientras dos bebés desconocidos le chupan fuertemente los dedos. Sin embargo, Talía muestra fuerza de espíritu ante la sorpresa: sonríe, y dice que los niños son dos gemas invaluables.
Se ve que al Rey le gustaban las chicas pasivas, porque nunca olvidó el momento pasado con Talía y regresa al palacio perdido (pensando que si no la encontraba podría ir a la morgue). Al llegar se encuentra con Talía viva y acunando a los mellizos chupadores. El Rey decide sincerarse y le confiesa ser el padre de sus hijos. Basile asegura que las palabras del Rey fortalecieron la amistad de la pareja. El rey pasa entonces un romántico weekend con Talía y el lunes vuelve a su casa con la reina.
Pero aún hay más: la Reina se entera de la existencia de los bastardos porque el rey, en sueños, repetía el nombre de Talía y el de los niños. Un día interroga al secretario de su esposo, que lo manda al frente a la primera sugerencia. La reina, entonces, lleva adelante su venganza: hace secuestrar a los niños, le ordena al cocinero del palacio que los degüelle y prepare luego un plato para su marido (en esta parte del relato, Basile mezcla la pedagogía con el arte culinario). Durante la cena, el Rey festeja lo sabroso de la comida y la Reina, cool, le dice:
-Estás comiendo lo que te pertenece.
Pero el rey era más bien imbécil, y no entiende, ni le pregunta.
(Antes de que corra al baño a vomitar debe saber que el cocinero se había apiadado de los niños y decidió salvarlos. Lo que el Rey estaba comiendo era carne de cabra.)
Se ve que la pareja estaba en crisis, porque no volvieron a hablar del punto. Pero la reina no se quedó conforme con que el Rey, supuestamente, se comiera a sus hijos: mando capturar a Talía, que ya grababa su tercer CD. Cuando la tuvo enfrente le dijo todos los insultos posibles (al punto de que Talía creyó que la Reina estaba disconforme con sus conciertos) hasta que finalmente le anunció que, por haberse acostado con su marido, iba a quemarla viva. Talía hizo memoria y entendió. Dijo que ella no era culpable porque en el momento del hecho se encontraba dormida. Pero la Reina ya había escuchado ese cuento de que iba por ahí abierta de gambas y se me metieron. Entonces la llevó a la hoguera. Cuando Talía estaba a pocos centímetros del fuego llegó el Rey. Le preguntó a Talía por sus hijos y la Reina le relató aquello de que se había comido a la nena como entrada y al nene como plato principal. El rey tragó saliva y ordenó que quemaran a la Reina, a Buchónez su secretario y al cocinero. Como los quemaron en ese orden para respetar el cartel de la obra, cuando el cocinero confesó la verdad antes de arder, el Rey lo perdonó, aunque ya la Reina y Buchónez eran un par de guiñapos calientes. La historia termina con el Rey casándose con Talía, a la que prohíbe seguir cantando.
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Escrito por Martín a las 19 de Agosto 2004 a las 03:31 PM