27 de Octubre 2005

Sectas

Extraído de: http://www.aciprensa.com/sectas/criteriossecta.htm

¿Hay Sectas dentro de la Iglesia Católica?

Reflexiones Sobre el concepto de Secta y respuesta a algunas acusaciones dirigidas a grupos católicos

Por el Cardenal Christoph Schönborn. O.P., Arzobispo de Viena

CLARIFICACIÓN DE CONCEPTOS
EL CONCEPTO DE SECTA
EL CONCEPTO DE "FUNDAMENTALISMO"
RESPUESTA A ALGUNAS CRÍTICAS:

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"LAVADO DE CEREBRO"
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"AISLAMIENTO" Y "SEPARACIÓN" DEL MUNDO
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ALEJAMIENTO DE LA FAMILIA
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EL PAPEL DE PERSONALIDADES CARISMÁTICAS
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CREACIÓN DE ESTRUCTURAS INTRA-ECLESIALES PROPIAS
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"VIOLACIÓN" DE DERECHOS HUMANOS
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EL PROBLEMA DE LOS EX-MIEMBROS

CLARIFICACIÓN DE CONCEPTOS
Desde hace algún tiempo, en los medios de comunicación social se habla de "sectas intra-eclesiales" o de "sectas intra-católicas". Se quiere así criticar una serie de movimientos y comunidades que han surgido en los últimos decenios. Antes, a muchos de estos nuevos grupos se les solía tachar de "conservadores" o "fundamentalistas"; ahora se los trata de aislar como "sectas intra-eclesiales" . Nos quieren alertar contra ellos como contra las sectas clásicas o las así llamadas "religiones de los jóvenes", que constituyen un peligro para la salud psíquica de las personas y las tratan de modo inhumano. Muchos fieles saben que siempre ha habido, y hay también hoy, sectas que se separan del cristianismo. Pero a muchos cristianos les resulta sorprendente que existan sectas también dentro de la Iglesia, aunque esos grupos hayan obtenido el reconocimiento y la aprobación de la Iglesia.

EL CONCEPTO DE SECTA
El concepto de secta surge en el ámbito religioso-eclesial, pero recientemente se ha ampliado también a una dimensión político-social. Por eso, está perdiendo su precisión científica y su carácter inequívoco. En el lenguaje común se usa cada vez más como un eslogan para señalar a ciertos grupos que se considera peligrosos, porque transgreden valores fundamentales de la sociedad democrática liberal. Por lo general hoy se suelen considerar como signos distintivos de una secta: la formación de grupos selectos que se apartan del ambiente social y con frecuencia se oponen a él; y la creación de formas alternativas de vida que a menudo llevan a extremos lejanos a la realidad y a exageraciones malsanas. Como características internas de una secta, además del intento de conservar una meta o un ídolo espiritual opuesto a lo convencional, se suelen citar: el rechazo de valores fundamentales hoy, como la libertad personal y la tolerancia, así como una búsqueda, a veces militante, de las actitudes opuestas, un estilo de vida totalitario; la supresión de la conciencia de los miembros; la exclusión de los que están fuera del grupo; y cierta tendencia a controlar la sociedad o algunos de sus sectores. A un grupo, en el que se manifiestan algunas de estas características, se le suele llamar secta.

En el lenguaje religioso, que es el más adecuado (y, por ello, el más preciso) para tratar el problema, una secta es un grupo que se ha separado de las grandes Iglesias, de las Iglesias populares. A menudo las sectas conservan algunos valores, ideas religiosas o formas de vida de las comunidades eclesiales fundamentales, pero los absolutizan, aíslan y realizan en una vida comunitaria rígidamente separada de la unidad originaria y orientada a la conservación y la protección de sí misma. He aquí algunos signos distintivos, vinculados con estos datos fundamentales: ideas religiosas desequilibradas (por ejemplo, la inminencia del fin del mundo); el rechazo de toda comunicación espiritual con personas que piensen de otra manera; un entusiasmo exagerado al presentar y realizar la propia visión; un fuerte proselitismo y un convencimiento exagerado de su misión con respecto a un mundo al que se desprecia; un absolutismo de la salvación que limita la posibilidad de alcanzarla a un número determinado de personas que pertenecen a dicho grupo.

En la teología católica una secta se caracteriza sobre todo por el abandono de la verdad bíblico-apostólica común y de los contenidos centrales de la fe. Por eso, a juicio de la Iglesia, la secta siempre está vinculada con la herejía y el cisma.

No se necesita haber estudiado teología para reconocer la contradicción fundamental que implica el eslogan: "sectas intra-eclesiales". La presunta existencia de sectas dentro de la Iglesia conlleva indirectamente también un reproche al Papa y a los obispos, que tiene la responsabilidad de examinar las asociaciones eclesiales para ver si su doctrina y sus actividades van de acuerdo con la fe de la Iglesia. Por eso, el hecho de que la autoridad de la Iglesia no reconozca a una asociación forma parte esencial de la determinación teológico-eclesial de la misma como secta. Las sectas se encuentran fuera de la Iglesia (y también fuera de los compromisos ecuménicos). Las sectas se hallan aisladas y, por su auto-comprensión, no quieren verse sometidas a examen por parte de la autoridad eclesiástica. Por el contrario, las comunidades eclesiales reconocidas se mantienen en contacto continuo con los responsables en la Iglesia. Sus estatutos y su estilo de vida son examinados. Por ello, no es justo que ciertas instituciones, personas o medios de comunicación tachen de sectas a comunidades reconocidas por la Iglesia, o incluso que llamen "prácticas sectarias" al estilo de vida que sigue los tres consejos evangélicos.

Según la legislación de la Iglesia, los fieles tienen derecho a fundar asociaciones. Corresponde a los obispos y a la Santa Sede el deber de examinar las nuevas comunidades y los nuevos movimientos -con lenguaje paulino, se habla también de nuevos carismas- y, si es el caso, reconocer su autenticidad. La autoridad eclesiástica debe promover y sostener lo que el Espíritu suscita en la Iglesia. También debe intervenir y corregir, si se producen errores o desviaciones en la doctrina o en la praxis. Aquí radica la gran diferencia con una secta, la cual no tiene y no reconoce una autoridad exterior, mientras que los grupos eclesiales se someten consciente y libremente a la autoridad de la Iglesia, siempre dispuestos a aceptar las correcciones que pueda hacerles. Y esta verdad se puede confirmar con numerosos ejemplos concretos.

Libero Gerosa resume los criterios esenciales de los carismas auténticos de la siguiente manera: "Los carismas son gracias especiales que el Espíritu distribuye libremente entre los fieles de todo tipo y con los que los capacita y dispone para asumir varias obras y funciones, útiles para la renovación de la Iglesia y para el desarrollo de su construcción. Algunos de estos carismas son extraordinarios, otros, por el contrario, sencillos y mucho más difundidos, pero el juicio sobre su autenticidad corresponde, sin ninguna excepción, a los que presiden en la Iglesia, a los que compete no extinguir los carismas auténticos" . En todo caso, nadie debería dejarse turbar por el hecho de que los medios de comunicación presenten como "sectas intraeclesiales" a algunas comunidades aprobadas por la Iglesia. Si hubiera dudas o preguntas, siempre existe la posibilidad de informarse con mayor detalle en los organismos competentes de la Iglesia.

EL CONCEPTO DE "FUNDAMENTALISMO"
La palabra fundamentalismo se refiere originariamente a un movimiento religioso-ideológico que surgió en Estados Unidos antes de la primera guerra mundial. Hacia una interpretación estrictamente literal de la Biblia (sobre todo de los relatos de la creación) y se convirtió en un movimiento colectivo conservador protestante. Los aspectos típicos del fundamentalismo actual, en su país de origen, son: el rechazo de toda visión histórico-critica de los textos bíblicos; la orientación casi mítica hacia un pasado idealizado, el rechazo de to-da valoración positive del desarrollo moderno; un moralismo penetrante y critico sobre todo de los excesos de la sociedad de consumo, a veces también ciertas tendencias políticas de extrema derecha y afirmaciones créticas sobre la democracia. En la filosofía y sociología modernas ese fundamentalismo americano, como expresión de la American civil religion, es valorado críticamente, pero, a pesar de todo, se le considera un fenómeno serio frente a las aporías del liberalismo extremo. Distinto de este significado es el concepto, elaborado sólo en la década de 1980 en Europa, de un fundamentalismo religioso, expresión bastante confusa e imprecisa.
Dicho concepto abarca fenómenos tan diferentes como el extremismo fanático musulmán que, en el caso de una desviación de la religión, es también favorable a la aplicación de la pena de muerte y, por otra parte, el compromiso de cristianos católicos de conservar la fe tradicional de la Iglesia .La sospecha de fundamentalismo afecta, sin distinción tanto a algunas asociaciones eclesiales, que desde el inicio han acatado los principios fundamentales de la Iglesia y son fieles al concilio Vaticano II, como a los seguidores de monseñor Marcel Lefebvre.

En el fondo, el concepto de fundamentalismo se utiliza a menudo como eslogan para atacar a alguien, más que como expresión para describir un fenómeno espiritual claramente determinado. En este contexto, se habla a veces también de dogmatismo, de integrismo, de tradicionalismo, de sospecha con respecto a personas que piensan y viven de forma diversa, o del miedo ante la propia decisión.

Lo que la crítica pretende con relación al fundamentalismo es rechazar una actitud de la fe caracterizada por el miedo y la incertidumbre, que no admite ningún desarrollo del dogma y de la comprensión de la verdad, se atiene firmemente a formas y fórmulas rígidas, y no se atreve a exponerse a la praxis de la vida que cambia. Esta forma de crítica es objetiva. Con todo, algunos críticos tienden a considerar fundamentalistas a todos los grupos o movimientos que, a pesar de los múltiples cambios actuales, se mantienen firmes en profesar la existencia de verdades permanentes y de valores que obligan, y que no se apartan "de la plenitud, de la forma estructurada y de la belleza del mundo de la fe católica" . Esos críticos deberían preguntarse si no corren ellos mismos, a veces, el peligro de caer en un relativismo con respecto a los valores y a la verdad, sosteniendo al mismo tiempo cierta pretensión de absoluto, al querer decidir por sí mismos cuáles son los fundamentos de la realidad actual de la vida y de la fe.

En su nuevo libro "La sal de la tierra", el cardenal Ratzinger responde a la pregunta sobre el significado y el peligro del fundamentalismo moderno de modo muy preciso: "Un elemento común a todas esas corrientes, que nosotros llamamos fundamentalistas, es su afán por encontrar una fe segura y sencilla. Esto, en sí mismo, no es malo, todo lo contrario, porque la fe -como tantas veces se nos repite en el Nuevo Testamento- se dirige a los sencillos, a los pequeños, a los que no son capaces de captar complicadas sutilezas académicas. Si en nuestra vida actual pesa tanto la falta de seguridad, las dudas, y la ausencia de fe en la verdad conocida, desde luego no vivimos de acuerdo con el modelo de vida que la Biblia nos propone. Pero ese deseo de seguridad y sencillez, del que hablábamos, puede ser peligroso y acabar en un puro fanatismo y en estrechez de miras. Cuando las razones de la fe son dudosas, también se falsea la fe. Y entonces se convierte en una idea partidista, que ya nada tiene que ver con el dirigirse confiadamente a un Dios vivo causa de nuestra vida. Entonces se producen formas patológicas de religiosidad, como, por ejemplo, esas búsquedas de apariciones, con mensajes del más allá, y otras cosas por el estilo. Los teólogos, en vez de referirse con superficialidad a los fundamentalismos cada vez más extendidos, deberían detenerse a reflexionar sobre qué parte de culpa puedan tener ellos de que tantas personas huyan hacia otras formas de religiosidad más estricta y a veces, incluso, perjudiciales para el hombre. Si continuamos cuestionándolo todo, sin dar las respuestas positivas de la fe, no podremos evitar una gran huida .

RESPUESTA A ALGUNAS CRÍTICAS
En la primera parte de este articulo he tratado de aclarar brevemente los conceptos de secta y de fundamentalismo; ahora, en esta segunda, responderé a las diversas críticas que se hacen a las nuevas comunidades eclesiales .Como he explicado, no se puede tacharse sectas a los grupos y movimientos reconocidos por la Iglesia, pues la aprobación eclesiástica atestigua su arraigo en la Iglesia. A veces son muchas las críticas que se lanzan contra los nuevos carismas, a pesar de su reconocimiento por parte de la Iglesia. A este respecto, es preciso tener presente que se debe distinguir entre la doctrina y la actividad de estas comunidades, reconocidas por la Iglesia como carismas, y las debilidades de algunas personas. Todos sabemos que el obrar humano es imperfecto. Por ello, hay que subrayar una vez más, que la autoridad de la Iglesia debe intervenir donde se produzcan desviaciones. Algunas críticas que se han hecho son: lavado de cerebro, aislamiento y separación del mundo, alejamiento de la familia, dependencia de personalidades carismáticas, creación de estructuras intra-eclesiales propias, violación de derechos humanos, problema de los ex-miembros. Trataré de responder a esas críticas:

"LAVADO DE CEREBRO"
Este término ni siquiera es aplicable al cambio de la personalidad que a menudo se produce dentro de las sectas, pues con él se quiere aludir a métodos inhumanos, aplicados por regímenes totalitarios, para influenciar y cambiar la personalidad del hombre. Ese término no se puede aplicar de ninguna manera a la formación de los miembros de comunidades eclesiales, puesto que la formación es una transformación, querida libremente, que respeta la dignidad humana; una transformación de toda la persona en Cristo, que deriva de la llamada programática de Jesús a convertirse y a creer (cf. Mc 1, 14 ss). Quien sigue la llamada de Jesús en la gracia y en la libertad, adquiere una visión sobrenatural de la vida en todas sus dimensiones. También San Pablo, en una de sus cartas, habla de esta transformación, cuando afirma: "No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto"(Rm 12, 2). En la tradición cristiana, ese proceso se suele llamar metánoia: conversión de vida. Tal cambio de vida se basa en la experiencia de ser llamado por el Dios vivo a seguirlo en un camino particular. La conversión es un proceso de vida, que requiere una continua decisión libre del cristiano. Es deber de las comunidades eclesiales controlar que la decisión de seguir la llamada sea libre. Una serie de directrices canónicas está orientada a ello.

"AISLAMIENTO" Y "SEPARACIÓN" DEL MUNDO
El Evangelio dice que los cristianos no son "del mundo" (En 17, 16), sino que cumplen su misión "en el mundo" (En 17, 18). Alejamiento del mundo no significa separación de los hombres y de sus alegrías, preocupaciones y necesidades, sino alejamiento del pecado. Por tanto, Jesús ora por sus discípulos:"No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno" (En 17, 15). Si los cristianos no hacen ciertas cosas como los demás, o si no siguen completamente la moda, no quiere decir que desprecien el mundo. Sólo rechazan lo que va en contra de su fe o lo que no consideran más importante porque han encontrado "el tesoro escondido en un campo" (Mt 13, 44). La unión con Cristo debe impulsarlos a no apartarse a un mundo propio, sino a santificar el mundo, transformándolo en la verdad, en la justicia y en la caridad. En una sociedad marcada por los medios de comunicación social, en la que la Iglesia debe ser una "casa de cristal", debemos afrontar también el desafío de ser transparentes en el sentido de la primera carta de San Pedro, es decir, "siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza" (I Pe 3, -15). Esto vale también para las comunidades contemplativas, que viven dentro de las paredes del monasterio y, mediante la oración y el sacrificio, se dedican al bien de los hombres. En efecto, la Iglesia, por una parte, es una "sociedad de contradicción" ; y, por otra, una comunidad misionera en medio del mundo.

En varias ocasiones el Concilio Vaticano II puso de relieve ese aspecto, citando-entre otras fuentes- el antiguo Discurso a Diogneto. En ese Discurso, escrito entre el siglo II y el III, se subraya que los cristianos, como todos los hombres, viven en el mundo, pero al mismo tiempo se oponen al espíritu del mundo, porque tienden a una meta que está más allá del mundo.

Precisamente así cumplen su misión por el bien del mundo.

"Para decirlo brevemente, lo que es el alma en el cuerpo eso son los cristianos en el mundo. El alma está esparcida por todos los miembros del cuerpo, y cristianos hay por todas las ciudades del mundo. Habita el alma en el cuerpo, pero no procede del cuerpo; así los cristianos habitan en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está encerrada en la cárcel del cuerpo visible; así los cristianos son conocidos como quienes viven en el mundo, pero su religión sigue siendo invisible. La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido agravio alguno de ella, porque no le deja gozar de los placeres, a los cristianos los aborrece el mundo, sin haber recibido agravio de ellos, porque renuncian a los placeres(...). Los cristianos viven de paso en moradas corruptibles, mientras esperan la incorrupción en los cielos. El alma, maltratada en comidas y bebidas, se mejora; lo mismo los cristianos, castigados de muerte cada día, se multiplican más y más. Tal el puesto que Dios les señaló y no les es lícito desertar de él".

ALEJAMIENTO DE LA FAMILIA
El respeto y la solicitud amorosa hacia los padres y familiares forma parte esencial del mensaje cristiano. Pero si se trata de la llamada a su seguimiento particular, Jesús pide que también se alejen de su familia: los Apóstoles abandonaron su familia, su profesión, su patria. Ese modo de seguir a Cristo continúa en la historia hasta nuestros días. Algunos padres se alegran de que uno de sus hijos o hijas tome esa decisión, pero, a este respecto, pueden surgir conflictos con los familiares. Jesús mismo los previó (cf. Mt 10, 37).

Dejar que un hijo se marche no siempre es fácil, ni siquiera en el caso del matrimonio. De todos modos, si se abandona la casa por la llamada de Jesús y con plena libertad, no se trata de huir de los deberes familiares, y no se puede achacar a un influjo injustificado por parte de una comunidad. Sólo sería criticable si se buscara adrede una ruptura con los familiares que se esfuerzan también por vivir su fe cristiana. En efecto, todo miembro de la familia es libre de escoger su camino en la vida. También a este propósito es preciso ser tolerantes, respetando la decisión de la conciencia de la persona.

Ciertamente, en el pasado se han producido situaciones difíciles, y también se dan hoy conflictos como, por ejemplo, el de las comunidades que influyen en menores de edad contra la voluntad de sus padres, o el de algunos padres que no comprenden o no aceptan la decisión de un hijo que quiere entrar en una comunidad religiosa. Sin embargo, si se vive el seguimiento de Jesús con amor, con decisión y con afecto cristiano, y si se respeta la libre decisión de cada uno, se puede crear una relación de confianza entre la familia natural y la espiritual, con resultados muy positivos. Muchos hombres, por propia experiencia, pueden atestiguarlo.

EL PAPEL DE PERSONALIDADES CARISMÁTICAS
Es preciso distinguir con esmero entre personas que utilizan su capacidad de modo egoísta y falso para dominar a los demás y hacerlos dóciles, y las personas realmente carismáticas, que también las hay hoy en la Iglesia.

Éstas ofrecen todo su ser "con pureza" (II Cor 6, 6) por el bien de la Iglesia y de los hombres. En la historia de la salvación encontramos continuamente nuevas personalidades carismáticas. Su prototipo es Jesucristo mismo. Siguiendo su ejemplo, innumerables hombres y mujeres han descubierto su camino en la vida y su felicidad. Fundadores y otros hombres carismáticos, como San Benito, San Ignacio, Santa Clara o Santa Ángela de Merici, se esforzaron por ganar a otras personas para Cristo. Dios los envió como un regalo a su Iglesia. Con la libertad de los hijos de Dios, transmitieron a otros la riqueza sobrenatural de su vida, y siempre se sometieron a la autoridad de la Iglesia. ¿No debemos dar gracias a Dios porque nos regala también hoy personas tan llenas de espíritu? Además de conservar las estructuras establecidas y consolidadas, ¿no debemos también estar abiertos al soplo del Espíritu Santo, que es el alma de la iglesia?

CREACIÓN DE ESTRUCTURAS INTRA-ECLESIALES PROPIAS
A menudo se critica a ciertos grupos porque forman una "iglesia dentro de la Iglesia". Para evitar ese peligro, es preciso buscar siempre una relación equilibrada entre estructuras eclesiales existentes, sobre todo la parroquia, y los nuevos grupos. A este respecto, el cardenal Ratzinger afirma: "A pesar de los grandes cambios esperados, en mi opinión, la célula principal para la vida comunitaria seguirá siendo la parroquia (...) Habrá que aprender a caminar uno junto a otro, y eso, sin duda alguna, supone un enriquecimiento. ¿Con qué rapidez sucederá esto en la historia? Dependerá, seguramente, de que haya grupos con un carisma determinado debido a la personalidad de su fundador y de que se mantengan unidos recorriendo juntos un camino espiritual específico. El intercambio de experiencias entre la parroquia y cada uno de esos movimientos será muy necesario, porque cada movimiento tendrá que estar unido a la parroquia para no verse convertido en secta, y la parroquia necesitará de esos movimientos para no quedarse entumecida. Actualmente, en las órdenes religiosas se han creado otras formas de vida en medio del mundo. Cualquiera que lo desee puede comprobar, y se asombrará de ello, la diversidad de formas de vida cristiana totalmente nuevas ya existentes, y seguramente en medio de todas ellas podría entreverse la Iglesia de mañana".

"VIOLACIÓN" DE DERECHOS HUMANOS
Desde tiempos antiguos el núcleo dela vida consagrada fue el seguimiento de Cristo en el celibato (en la virginidad), en la obediencia y en la pobreza. Quien elige este camino y, después de varios años de reflexión y de oración, asume sus respectivos compromisos, renuncia a determinados derechos por una libre decisión de conciencia: al derecho de contraer matrimonio; al derecho a la autodeterminación; y al derecho a administrar y a adquirir bienes de forma independiente. El Concilio enseña: "Los consejos evangélicos de castidad consagrada a Dios, pobreza y obediencia tienen su fundamento en las palabras y el ejemplo del Señor. Recomendados por los Apóstoles, los Padres de la Iglesia, los doctores y pastores, son un don de Dios, que la Iglesia recibió de su Señor y que con su gracia conserva siempre" . La decisión de seguir esa forma de vida, si se toma voluntariamente, no viola los derechos humanos, sino que es la respuesta a una llamada particular de Cristo. De todos modos, los responsables de las diversas comunidades deben apoyar la disponibilidad de los miembros con sinceridad y ayudarles a que fructifique en el espíritu de una verdadera comunión, para la edificación de la Iglesia y para el bien de los hombres.

EL PROBLEMA DE LOS EX-MIEMBROS
En todas las comunidades religiosas los nuevos miembros disponen de un tiempo de conocimiento recíproco, de crecimiento y de auto-examen, como preparación para un compromiso definitivo. Los superiores también tienen derecho a expulsar a alguno, si se producen ciertos hechos graves. Por desgracia, también hay abandonos o expulsiones, cuando alguien da un paso definitivo. Algunos de los que han abandonado una comunidad conservan un buen contacto y, de común acuerdo, siguen su camino. Naturalmente, las comunidades reconocidas por la Iglesia también deben ofrecer a sus miembros y ex-miembros la posibilidad de dirigirse, en caso de conflicto, a las instancias eclesiásticas competentes.

Ahora bien, algunos de los ex-miembros difunden sus experiencias negativas en los medios de comunicación social. Donde haya personas que viven juntas, hay inevitablemente límites y debilidades. Pero eso no justifica que se presenten las propias dificultades en el interior de una comunidad como válidas en general. Esas experiencias negativas de algunos son siempre dolorosas para la entera comunidad de la Iglesia. Tales experiencias a menudo son destacadas por la publicidad secular, a la cual, normalmente, no le interesan las cuestiones doctrinales, sino sólo los comportamientos y las consecuencias que de ellas derivan. En la discusión se pone de relieve que la Iglesia, en sus diversas comunidades, es una "sociedad de contradicción" ante la sociedad liberal y secular. "Quien acepta la religión sólo en la forma de una religión civil adaptada a la mentalidad social, considerará sospechoso todo lo que sea radical" . Si una crítica se basa en una acusación realmente seria, la autoridad eclesiástica la examinará a fondo; una crítica puede llevar también a una purificación y a un mejor crecimiento de esa comunidad. En el Informe Vaticano de 1986 sobre "el fenómeno de las sectas o nuevos movimientos religiosos" se afirma, al respecto, que actitudes sectarias (como, por ejemplo, la intolerancia y el proselitismo agresivo, citadas en dicho Informe) no bastan para constituir una secta, pues pueden darse también en comunidades eclesiales. Ahora bien, se afirma textualmente que estos grupos "pueden cambiar positivamente mediante una profundización de su formación cristiana y a través del contacto con otros cristianos. En este sentido, dichos grupos pueden crecer dentro de una mentalidad y actitud más eclesiales" . Esta actitud eclesial se requiere en ambas partes: en las comunidades, para que presenten su carisma como un don entre muchos otros (rechazando así la tentación de una "pretensión eclesiástica absolutista") y también en los que no tienen un acceso inmediato a esas formas de vida eclesial, porque reconocen en esas comunidades un don del Espíritu, que da la vida, un don que brinda a muchos hombres un acceso a la fe.

Hoy, en varios países del mundo, está apareciendo un nuevo deseo de vivir más resueltamente el mensaje de Cristo, a pesar de todas las debilidades humanas; de servir a la Iglesia en comunión con el Santo Padre y los obispos. Muchos ven en los nuevos carismas un signo de esperanza. Otros los consideran realidades extrañas, y otros como un desafío o incluso como una acusación contra la que se defienden, a veces hasta con reproches. Algunos promueven un humanismo que se aparta cada vez más de sus raíces cristianas. Pero no hemos de olvidar que "la expresión conciliar ecclesia semper reformanda no sólo se refiere a la necesidad de reflexionar sobre las estructuras, sino también a la apertura siempre nueva y al replanteamiento de acuerdos con el espíritu del tiempo demasiado favorables" .

Escrito por Martín a las 5:59 PM | Comentarios (0) | TrackBack

¿Qué es "Halloween" y qué se celebra realmente en esta fecha?

Extraído de: http://www.aciprensa.com/controversias/halloween.htm

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Significado
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Cultura y negocio del terror
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Orígenes
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Pensándolo desde la fe
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Calabaza, golosinas, disfraces...
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Sugerencias para los padres de familia
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Festividad de todos los Santos
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Ideas creativas de cómo dar a los niños una enseñanza positiva en estas fechas

Significado

Halloween significa "All hallow's eve", palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa "víspera de todos los santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.


Orígenes

La celebración del Halloween se inició con los celtas, antiguos pobladores de Europa Oriental, Occidental y parte de Asia Menor. Entre ellos habitaban los druidas, sacerdotes paganos adoradores de los árboles, especialmente del roble. Ellos creían en la inmortalidad del alma, la cual decían se introducía en otro individuo al abandonar el cuerpo; pero el 31 de octubre volvía a su antiguo hogar a pedir comida a sus moradores, quienes estaban obligados a hacer provisión para ella.

El año céltico concluía en esta fecha que coincide con el otoño, cuya característica principal es la caída de las hojas. Para ellos significaba el fin de la muerte o iniciación de una nueva vida. Esta enseñanza se propagó a través de los años juntamente con la adoración a su dios el "señor de la muerte", o "Samagin", a quien en este mismo día invocaban para consultarle sobre el futuro, salud, prosperidad, muerte, entre otros.

Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que se mezclara. En vez de recordar los buenos ejemplos de los santos y orar por los antepasados, se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos.

Algunos inmigrantes irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folclor popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde ahí, se ha propagado por todo el mundo.

El 31 de octubre por la noche, en los países de cultura anglosajona o de herencia celta, se celebra la víspera de la fiesta de Todos los Santos, con toda una escenografía que antes recordaba a los muertos, luego con la llegada del Cristianismo a las ánimas del Purgatorio, y que ahora se han convertido en una ensalada mental en la que no faltan creencias en brujas, fantasmas y cosas similares.

En cambio, en los países de cultura mediterránea, el recuerdo de los difuntos y la atención a la muerte se centra en el 2 de noviembre, el día siguiente a la celebración de la resurrección y la alegría del paraíso que espera a la comunidad cristiana, una familia de "santos" como la entendía San Pablo.
Diversas tradiciones se unen, se mezclan y se influyen mutuamente en este comienzo de noviembre en las culturas de los países occidentales. En Asia y Africa, el culto a los antepasados y a los muertos tiene fuertes raíces pero no está tan ligado a una fecha concreta como en nuestra cultura.


Calabaza, golosinas, disfraces...

La calabaza fue añadida después y tiene su origen en los países escandinavos y luego regresó a Europa y al resto de América gracias a la colonización cultural de sus medios de comunicación y los telefilmes y películas importados.

En los últimos años, comienza a hacer furor entre los quinceañeros mediterráneos y latinoamericanos que olvidan sus propias y ricas tradiciones para adoptar la hueca calabaza iluminada. En Hallowe'en (de All hallow's eve), literalmente la Víspera de Todos los Santos, la leyenda anglosajona dice que es fácil ver brujas y fantasmas. Los niños se disfrazan y van -con una vela introducida en una calabaza vaciada en la que se hacen incisiones para formar una calavera- de casa en casa. Cuando se abre la puerta gritan: "trick or treat" (broma o regalo) para indicar que gastarán una broma a quien no les de una especie de propina o aguinaldo en golosinas o dinero.

Una antigua leyenda irlandesa narra que la calabaza iluminada sería la cara de un tal Jack O'Lantern que, en la noche de Todos los Santos, invitó al diablo a beber en su casa, fingiéndose un buen cristiano. Como era un hombre disoluto, acabó en el infierno.

Con la llegada del cristianismo, mientras en los países anglosajones tomaba forma la procesión de los niños disfrazados pidiendo de puerta en puerta con el farol en forma de calavera, en los mediterráneos se extendían otras costumbres ligadas al 1 y 2 de noviembre. En muchos pueblos españoles existe una tradición de ir de puerta en puerta tocando, cantando y pidiendo dinero para las "ánimas del Purgatorio". Hoy en día, aunque menos que antaño, se siguen visitando los cementerios, se arreglan las tumbas con flores, se recuerda a los familiares difuntos y se reza por ellos; en las casas se hablaba de la familia, de todos los vivos y de los que habían pasado a otra vida y se consumían dulces especiales, que perduran para la ocasión, como en España los buñuelos de viento o los huesos de santo.

Mientras tanto, al otro lado del océano y al sur de Estados Unidos, la tradición católica llevada por españoles y portugueses se teñía de color propio en cada país americano, mezclada a los ritos locales precoloniales y al folklore del lugar.

Seguramente en Galicia se unen dos tradiciones: la celta y la católica, por lo que es esta la región de España en la que más perdura la tradición del recuerdo de los muertos, las ánimas del Purgatorio, muy unidas al folklore local, y las leyendas sobre apariciones y fantasmas. En toda España perdura una costumbre sacrosanta que se ha introducido en los hábitos culturales: la de representar en esta fecha alguna obra de teatro ligada al mito de Don Juan Tenorio. Fue precisamente este personaje, "el burlador de Sevilla o el convidado de piedra", creado por el fraile mercedario y dramaturgo español Tirso de Molina, el que se atrevió a ir al cementerio, en esta noche, a conjurar las almas de quienes habían sido víctimas de su espada o de su posesividad egoísta.

En todas estas representaciones ritos y recuerdos pervive un deseo inconsciente, y más bien pagano, de exorcizar el miedo a la muerte, sustraerse a su angustia. El mito antiguo del retorno de los muertos, se ha convertido hoy en fantasmas o dráculas con efectos especiales en los filmes de terror.


Festividad de todos los Santos

Sin embargo, para los creyentes es la fiesta de todos los Santos la que verdaderamente tiene relevancia y refleja la fe en el futuro para quienes esperan y viven según el Evangelio predicado por Jesús. El respeto a los restos mortales de quienes murieron en la fe y su recuerdo, se inscribe en la veneración de quienes han sido "templos del Espíritu Santo".

Como asegura Bruno Forte, profesor de la Facultad teológica de Nápoles, al contrario de quienes no creen en la dignidad personal y desvalorizan la vida presente creyendo en futuras reencarnaciones, el cristiano tiene "una visión en las antípodas" ya que "el valor de la persona humana es absoluto". Es ajena también al dualismo heredero de Platón que separa el cuerpo y el alma. "Este dualismo y el consiguiente desprecio del cuerpo y de la sexualidad no forma parte del Nuevo Testamento para el que la persona después de la muerte sigue viviendo en tanto en cuanto es amada por Dios". Dios, añade el teólogo, "no tiene necesidad de los huesos y de un poco de polvo para hacernos resucitar. Quiero subrayar que en una época de "pensamiento débil" en la que se mantiene que todo cae siempre en la nada, es significativo afirmar la dignidad del fragmento que es cada vida humana y su destino eterno".

La fiesta de Todos los Fieles Difuntos fue instituido por San Odilón, monje benedictino y quinto Abad de Cluny en Francia el 31 de octubre del año 998. Al cumplirse el milenario de esta festividad, el Papa Juan Pablo II recordó que "San Odilón deseó exhortar a sus monjes a rezar de modo especial por los difuntos. A partir del Abad de Cluny comenzó a extenderse la costumbre de interceder solemnemente por los difuntos, y llegó a convertirse en lo que San Odilón llamó la Fiesta de los Muertos, práctica todavía hoy en vigor en la Iglesia universal".

"Al rezar por los muertos -dice el Santo Padre-, la Iglesia contempla sobre todo el misterio de la Resurrección de Cristo que por su Cruz nos obtiene la salvación y la vida eterna. La Iglesia espera en la salvación eterna de todos sus hijos y de todos los hombres".

Tras subrayar la importancia de las oraciones por los difuntos, el Pontífice afirma que las "oraciones de intercesión y de súplica que la Iglesia no cesa de dirigir a Dios tienen un gran valor. El Señor siempre se conmueve por las súplicas de sus hijos, porque es Dios de vivos. La Iglesia cree que las almas del purgatorio "son ayudadas por la intercesión de los fieles, y sobre todo, por el sacrificio propiciatorio del altar", así como "por la caridad y otras obras de piedad".

En razón a ello, el Papa a los católicos "a rezar con fervor por los difuntos, por sus familias y por todos nuestros hermanos y hermanas que han fallecido, para que reciban la remisión de las penas debidas a sus pecados y escuchen la llamada del Señor".


Cultura y negocio del terror

Una cultura de consumo que propicia y aprovecha las oportunidades para hacer negocios, sin importar cómo. Hollywood ha contribuido a la difusión del Halloween con una serie de películas en las cuales la violencia gráfica y los asesinatos crean en el espectador un estado morboso de angustia y ansiedad. Estas películas son vistas por adultos y niños, creando en estos últimos miedo y una idea errónea de la realidad. El Halloween hoy es, sobre todo, un gran negocio. Máscaras, disfraces, dulces, maquillaje y demás artículos necesarios son un motor más que suficiente para que algunos empresarios fomenten el "consumo del terror". Se busca además favorecer la imitación de las costumbres norteamericanas por considerarse que esto está bien porque este país tiene chapa de “superior”.


Pensándolo desde la fe

Una propuesta de temas para considerar detenidamente nuestra fe católica y la actitud que debemos tomar ante el halloween.

Ante todos estos elementos que componen hoy el Halloween, vale la pena reflexionar y hacerse las siguientes preguntas:

¿Es que, con tal que se diviertan, podemos aceptar que los niños al visitar las casas de los vecinos, exijan dulces a cambio de no hacerles un daño (estropear muros, romper huevos en las puertas, etc.)? Respecto de la conducta de los demás se puede leer el criterio de Nuestro Señor Jesucristo en Lc 6,31.

¿Qué experiencia (moral o religiosa) queda en el niño que para "divertirse" ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana moral, a la fe y a los valores del Evangelio.? Veamos qué dice Nuestro Señor Jesucristo del mal y lo malo en Mt. 7,17. Mt. 6,13. La Palabra de Dios nos habla de esto también en 1ª Pe. 3, 8-12.

¿Cómo podemos justificar como padres de una familia cristiana que nuestros hijos, el día de Halloween hagan daño a las propiedades ajenas? ¿No seríamos totalmente incongruentes con la educación que hemos venido proponiendo en la cual se debe respetar a los demás y que las travesuras o maldades no son buenas? ¿No sería esto aceptar que, por lo menos, una vez al año se puede hacer el mal al prójimo? ¡Qué nos enseña Nuestro Señor Jesucristo sobre el prójimo? Leamos Mt. 22, 37-40

Con los disfraces y la identificación que existe con los personajes del cine ... ¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños que el mal y el demonio son solo fantasías, un mundo irreal que nada tiene que ver con nuestras vidas y que por lo tanto no nos afectan? La Palabra de Dios afirma la existencia del diablo, del enemigo de Dios en St. 4,7 1ª Pe 5,18 Ef. 6,11 Lc. 4,2 Lc. 25, 41

¿Qué experiencia religiosa o moral queda después de la fiesta del halloween?

¿No es Halloween otra forma de relativismo religioso con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristianas se vean debilitadas?

Si aceptamos todas estas ideas y las tomamos a la ligera en "aras de la diversión de los niños" ¿Qué diremos a los jóvenes (a quienes durante su infancia les permitimos jugar al Halloween) cuando acudan a los brujos, hechiceros, médiums, y los que leen las cartas y todas esas actividades contrarias a lo que nos enseña la Biblia?

Es que nosotros, como cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia, portadores de la luz para el mundo ¿podemos identificarnos con una actividad en donde todos sus elementos hablan de temor, injusticia, miedo y oscuridad? Sobre el tema de la paz podemos leer Fil. 4,9 Gál. 5,22. Ver qué dice Jesús sobre esto en Mt. 5,14 Jn. 8,12

Si somos sinceros con nosotros mismos y buscamos ser fieles a los valores de la Iglesia Católica, llegaremos a la conclusión de que el halloween no tiene nada que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos, y que todas sus connotaciones son nocivas y contrarias a los principios elementales de nuestra fe.


Sugerencias para los padres de familia

¿Cómo darle a los hijos una enseñanza auténtica de la fe católica en estas fechas? ¿Cómo hacer que se diviertan con un propósito verdaderamente católico y cristiano? ¿Qué podemos enseñarles a los niños sobre esta fiesta?

Ante la realidad que inunda nuestro medio y que es promovida sin medida por el consumismo nos preguntamos ¿qué hacer? ¿Taparnos los ojos para no ver la realidad? ¿Buscar buenas excusas para justificar su presencia y no darle mayor importancia a este "juego"? ¿Debemos prohibirles a nuestros hijos participar en el halloween mientras que sus vecinos y amigos se "divierten"? ¿Serían capaces los niños de entender todos los peligros que corren y por qué de nuestra negativa a participar en esto?

La respuesta no es sencilla, sin embargo creemos que sí hay algunas cosas que podemos hacer:

Lo primero es organizar una catequesis con los niños en los días anteriores al halloween, con el objeto de enseñarles el por qué de la festividad católica de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, haciéndoles ver la importancia de celebrar nuestros Santos, como modelos de la fe, como verdaderos seguidores de Cristo.

En las catequesis y actividades previas a estas fechas, es buena idea que nuestros hijos inviten a sus amigos, para que se atenúe el impacto de rechazo social y sus compañeros entiendan por qué no participan de la misma forma que todo el mundo.

Debemos explicarles de manera sencilla y clara, pero firme, lo negativo que hay en el Halloween y la manera en que se festeja. Es necesario explicarles que Dios quiere que seamos buenos y que no nos identifiquemos ni con las brujas ni con los monstruos, pues nosotros somos hijos de Dios.

Proponemos a los padres de familia una opción para sus hijos, pues seguramente los niños querrán salir con sus amigos en la noche del Halloween: Los niños pueden disfrazarse de ángeles y preparar pequeñas bolsas con dulces, regalos o tarjetitas con mensajes y pasar de casa en casa, y en lugar de hacer el "obsequio o truco" o de pedir dulces, regalarlos a los hogares que visiten y que expliquen que entregan dulces porque la Iglesia Católica tendrá muy pronto una fiesta muy importante en la que se celebra a todos aquellos que fueron como nosotros deberíamos ser: los Santos.

Aunque este cambio no será sencillo para los niños, es necesario vivir congruentemente con nuestra fe, y no permitir que los más pequeños tomen como algo natural la connotación negativa del halloween. Con valor y sentido cristiano, los católicos podemos dar a estas fechas, el significado que tienen en el marco de nuestra fe.


Ideas creativas de cómo dar a los niños una enseñanza positiva en estas fechas


Chilenos cambian “Halloween” por fiesta positiva

SANTIAGO, 28 Oct. 03 (ACI).-Con el fin de cambiar los contenidos de muerte y terror promovidos en la fiesta de Halloween, numerosas instituciones y familias chilenas están impulsando una campaña para establecer el 31 de octubre como la “Fiesta de la Primavera”, en donde los principales disfraces son de ángeles, santos y princesas, en vez de los terroríficos modelos de la celebración de origen celta y popularizado por Estados Unidos.

Algunos colegios, organizaciones comerciales y hasta supermercados de la capital se han sumado a la campaña. “Hay un público consumidor que está de acuerdo con el formato del festejo, pero otro que está mirando qué pasa y buscando tener algo para que sus hijos participen. Entonces vimos una masa que necesitaba tener una nueva fiesta y lanzamos otros productos”, explicó el gerente de ventas de Arcor-Dos en Uno, Jorge Borselli.

Dicha empresa estrenó el año pasado la línea de caramelos “Hadas y magos”; junto con la empresa de golosinas Ambrosoli, que incorporó también esta temp! orada su línea “Magic” asociada a la bondad, la sabiduría y la valentía.

Asimismo, diversas compañías de disfraces están modificando su oferta para atender los requerimientos de esta nueva celebración. La socia de Duende Azul –con locales en la zona oriente y centro de Santiago–, Belén Aleu, afirmó que “la demanda ha ido cambiando en los últimos diez años. Antes pedían solo cosas de terror. Ahora llevan trajes de princesas, ángeles, cenicientas o damas antiguas”.

Por otro lado, los supermercados de la capital se están sumando a este “Halloween blanco” cambiando su decoración para la festividad. “Ahora es una fiesta a la chilena, ya no sólo con la connotación de fiesta de brujas”, explicó el gerente de marketing de Jumbo, Francisco Guzmán.


Fiesta de Todos los Santos

"Los invitamos a participar de una alegre celebración 31 de Octubre del 2003".

· Hace ya dos años, una simple presentación como esta, distribuida por mail, inició un cambio radical en nuestra sociedad: rescatar el sentido original de la víspera de Todos los Santos.

· Esta iniciativa tuvo una gran acogida, adultos, jóvenes y niños celebramos esta fiesta en forma positiva, entretenida, sana y alegre y más acorde con nuestras costumbres y valores.

· Cada año somos más, por eso los invitamos a sumarse a esta iniciativa.

· En este año de consolidación queremos llegar a todos los rincones, celebrando masivamente “La Fiesta de Todos los Santos”.

Estrategia

· Más que combatir la forma en que hoy se celebra “Halloween”, que nada tiene que ver con nuestras costumbres y valores; queremos retomar el sentido original de esta fecha y celebrar la “Fiesta de Todos los Santos”.

· Mantendremos los elementos buenos y positivos; celebrar, disfrazarse y compartir, pero proponemos cambiar los negativos:

- muerte y oscuridad, ....por vida,

- terror y miedo, .....por alegría,

- violencia, .....por paz y amor,

- amedrentamiento y chantaje, ......por respeto y entrega.

· Proponemos una celebración amplia a la cuál todos se sumen alegremente independiente de su cercanía con la religión.
· De esta manera formaremos valores positivos en los niños ya que aprenderán a dar parte de sí para lograr sus objetivos, a respetar y no amedrentar y que por sobre todo deben prevalecer la vida, el amor, la paz y la alegría.

Planteamiento

Celebraremos la fiesta de “Todos los Santos”.

Los niños y jóvenes saldrán a la calle a compartir con sus vecinos en un sano ambiente de amistad.

Los niños:

· Se disfrazarán de algo positivo como payaso, flor, santo, princesa, animalito, etc..

· Saldrán a las calles acompañados de algún adulto o joven responsable, a pedir dulces.

· Sólo tocarán el timbre en las casas que tengan globos o cintas de color blanco en sus puertas o rejas, aceptando así participar en esta celebración. Al resto sencillamente no se les molestará.

· Para recibir los dulces los niños deberán entregar algo a cambio.

· A lo que entreguen le llamaremos “gracia” y puede ser un dibujo, una poesía, una oración, una flor, un santito, una tarjeta o algo hecho por ellos en su clase de Religión o de Arte.

Los jóvenes:

· Acompañarán a los niños en esta celebración siendo modelo y ejemplo para ellos, es decir celebrando en forma positiva para sembrar paz, amor y alegría.

· Si quieren organizar alguna fiesta o celebración los invitamos a hacer “Fiestas Blancas” donde todos se vistan de ese color y lo pasen muy bien en un ambiente positivo y alegre.

¿Qué les pedimos?

· Distribuyan esta presentación a todas las personas que puedan.

· Que comenten esta iniciativa con su familia, amigos y conocidos.

· Que la hagan llegar a las empresas que estén interesadas en esta fiesta, a los medios de comunicación y a quienes puedan apoyarla.

· Propongan en Colegios, Jardines Infantiles e Iglesias, que la fiesta se aborde de manera positiva y constructiva.

· Apoyen y acompañen a sus hijos en esta celebración, así estaremos educándolos en los valores que esta fiesta nos invita a celebrar.

SI TODOS EMPUJAMOS ESTA IDEA, CADA DÍA SEREMOS MÁS LOS QUE CELEBRAREMOS CON ALEGRÍA “LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS”.

Más información en el sitio: www.todoslossantos.cl


El Episcopado francés ilustra las fiestas de Todos los Santos y de los Difuntos

PARÍS, 28 octubre 2003 (ZENIT.org) .- En medio de las campañas publicitarias de promoción de la fiesta de Halloween, la Conferencia Episcopal de Francia ha publicado un comunicado para explicar el sentido de las fiestas de Todos los Santos y del día de los Difuntos.

«A lo largo del año, la Iglesia católica celebra a los santos que ha canonizado oficialmente y que presenta como modelos y testigos ejemplares de la fe», recuerda el texto.

Con la fiesta del 1 de noviembre, día de Todos los Santos, la Iglesia desea «honrar a los santos "anónimos" --mucho más numerosos-- que con frecuencia han vivido en la discreción al servicio de Dios y de sus contemporáneos».

En este sentido, aclara el documento, es la fiesta de «todos los bautizados, pues cada uno está llamado por Dios a la santidad». Constituye, por tanto, una invitación a «experimentar la alegría de aquellos que han puesto a Cristo en el centro de su vida».

El 2 de noviembre, día de oración por los difuntos, explican los prelados franceses, propone una práctica que comenzó con los primeros cristianos.

La idea de convocar una jornada especial de oración por los difuntos, continuación de Todos los Santos, surgió antes del siglo X, siguen explicando.

«El 1 de noviembre, los católicos celebran en la alegría la fiesta de Todos los Santos; al día siguiente, rezan de manera más general por todos los que han muerto», afirman.

De este modo, la Iglesia quiere dar a entender que «la muerte es una realidad que se puede y que hay que asumir, pues constituye el paso en el seguimiento de Cristo resucitado».

Esto explica las flores con que en estos días se adornan las tumbas, «signo de vida y de esperanza», concluyen los prelados.


"Holywins" una propuesta creativa de la Diócesis de París

En la cruzada de ser creativos para el 31 de octubre, víspera del Día de todos los Santos,

www.holywins.org cuenta cómo se organizan en la Diócesis de París !

La iniciativa, bautizada con el nombre de «Holy wins» («la santidad gana») --juego de palabras contrapuesto a Halloween-- ha sido lanzada por la arquidiócesis de París.

En el 2002, varios centenares de jovenes en la misión en las calles de París, más de 8000 personas al concierto del Place St-Sulpice, con una amplia cubierta en los medios.

para el 2003: Con el éxito de la primera edición, la gente joven va otra vez por las calles el 31 de octubre. ¿Su motivación? “ atestigüe su esperanza y a su fe en la Resurrección”.

(...) En una sociedad que tiende a eludir la cuestión de la muerte, la fiesta de Halloween tiene el mérito de interrogarnos sobre este tema, pero sólo hace referencia a los rituales morbosos y macabros. Por este motivo los jóvenes de de París quieren aprovechar el éxito de Halloween para testimoniar su fe y la esperanza cristiana ante la muerte en la vigilia de la fiesta de Todos los Santos (1 de noviembre) y de los Difuntos, de los que se hace memoria al día siguiente.

Parte de esta información es cortesía del Lic. Eduardo R. Cattaneo
Editor Responsable de: ESCUELA VIRTUAL PARA PADRES
Mendoza, Argentina
ecattaneo@fullzero.com.ar / ecattaneo@argentina.com

Escrito por Martín a las 5:57 PM | Comentarios (0) | TrackBack

25 de Octubre 2005

¿Por qué socialismo? - Albert Einstein

Monthly Review, Nueva York, mayo de 1949.


¿Debe quien no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar
sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí.
Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del
conocimiento científico. Puede parecer que no haya diferencias
metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los
científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad
general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la
interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea
posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El
descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil
porque la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por
muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la
experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período
civilizado de la historia humana —como es bien sabido— ha sido influida y
limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera
exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los
grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los
pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la
clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el
monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre
sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación,
hicieron de la división de la sociedad en clases una institución
permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a
partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su
comportamiento social.
Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte
hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó «la fase
depredadora» del desarrollo humano. Los hechos económicos observables
pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no
son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del
socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase
depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado
actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.
En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La
ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos,
inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con
los que lograr ciertos fines. Pero los fines por sí mismos son concebidos
por personas con altos ideales éticos y —si estos fines no son endebles,
sino vitales y vigorosos— son adoptados y llevados adelante por muchos
seres humanos quienes, de forma semi-inconsciente, determinan la evolución
lenta de la sociedad.
Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos
científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que
los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las
cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han
afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una
crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de
tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso
hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como
ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí
recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de
otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia
de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional
ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy
calmado y tranquilo, me dijo: «¿Por qué se opone usted tan profundamente a
la desaparición de la raza humana?»
Estoy seguro de que hace tan solo un siglo nadie habría hecho tan
ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre
que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que
tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de
la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la
actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?
Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con
seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy
muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a
menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas
fáciles y simples.
El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser
solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más
cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar
sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el
reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus
placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones
de vida. Solamente la existencia de estos diferentes y frecuentemente
contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su
combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede
alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la
sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones
esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que
finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el
cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la
sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su
valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto
abstracto «sociedad» significa para el ser humano individual la suma total
de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas
las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar,
sentirse, esforzarse, y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la
sociedad —en su existencia física, intelectual, y emocional— que es
imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la
«sociedad» la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de
trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su
pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los
muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la
pequeña palabra «sociedad».
Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad
es un hecho que no puede ser suprimido —exactamente como en el caso de las
hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las
hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño
detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones
de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la
capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral han
hecho posible progresos entre los seres humanos que son dictados por
necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones,
instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones
científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en
cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un
papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos.
El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una
constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable,
incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie
humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que
adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras
clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso
del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la
relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos
ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas
primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede
diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen
y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto
en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre
pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su
constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino
cruel, infligido por ellos mismos.
Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud
cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan
satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del
hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como
mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los
efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y
demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí
para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes
que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del
trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente
necesarios. Los tiempos —que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos—
en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser
totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es solo una leve
exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad
planetaria de producción y consumo.
Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí
constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la
relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que
nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un
hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino
como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia
económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus
pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus
pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran
progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición
en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a
sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados
del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede
encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la
sociedad.
La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es,
en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una
comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente
privándose de los frutos de su trabajo colectivo —no por la fuerza, sino
en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este
respecto, es importante señalar que los medios de producción —es decir, la
capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de
consumo tanto como capital adicional— puede legalmente ser, y en su mayor
parte es, propiedad privada de particulares.
En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré
«trabajadores» a todos los que no compartan la propiedad de los medios de
producción — aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los
propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la
fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el
trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del
capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que
produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real.
En cuanto que el contrato de trabajo es «libre», lo que el trabajador
recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce,
sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de
fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo
por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del
trabajador no está determinado por el valor de su producto.
El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a
la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo
tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de
unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El
resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo
enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad
organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los
miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos
políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los
capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos,
separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los
representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los
intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte,
bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente
controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de
información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y
de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el
ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso
inteligente de sus derechos políticos.
La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada
del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de
la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios
disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el
contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad
capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los
trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido
éxito en asegurar una forma algo mejorada de «contrato de trabajo libre»
para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la
economía actual no se diferencia mucho de capitalismo «puro». La
producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está
garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan
encontrar empleo; existe casi siempre un «ejército de parados». El
trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde
que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado
rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la
consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con
frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para
todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre
capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en
la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas.
La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a
esa amputación de la conciencia social de los individuos que mencioné
antes.
Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo.
Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud
competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito
codicioso como preparación para su carrera futura.
Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves
males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un
sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los
medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una
forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las
necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre
todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada
hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus
propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de
la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la
glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.
Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es
todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la
completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere
solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles:
¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder
político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y
arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo
asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?

Escrito por Martín a las 5:25 PM | Comentarios (0) | TrackBack